Ocio: una palabra que siempre se ha asociado de manera negativa a la vida y a la productividad, palabra que únicamente podemos utilizar en vacaciones y ocasiones extra laborales. Pensamos que el ocio obstaculiza nuestros procesos mentales y que únicamente cuando hemos perdido la concentración es que caemos en el mal de la tentación… Suena bastante parecido a esas mentiras absurdas que nos decían de pequeños para que hiciéramos caso a los adultos sin refutar. Solo debemos dedicarnos a trabajar de manera completamente entregada y sin distracción, llevar a cabo todos nuestros pendientes sin parar ni un minuto para reposar, vamos como caballitos cocheros con la mirada fija sobre la meta.
N O. Si trabajamos sin descansar, cada tarea se vuelve habitual, mecánica y sin sentido. Dejamos de disfrutar lo que hacemos y lo hacemos solo porque otro nos dirige fácilmente por lo ciegos que nos volvemos. Y peor aún es si seguimos sin analizar ni reflexionar el camino que atravesamos y los medios que utilizamos para hacerlo, terminaremos llegando a la meta… pero de OTRO. Aquí cabe perfectamente el dicho de quién no trabaja por sus sueños, acabará trabajando por los sueños de otro, sin referirme en lo absoluto a los sueños que ocurren cuando dormimos que son ilógicos y olvidamos tantas veces. Me refiero a aquellos sueños que nos hacen anhelar el mañana y nos motiva para sobrepasar los obstáculos del día a día. Toda persona los tiene sin importar su edad, género o raza. No hay parámetros ni requisitos, cada quién anhela lo que sea, y nadie tiene el poder de descalificarlos aparte de nosotros. Y bueno, por qué habríamos de abandonar nuestros propios sueños?
Hay varias razones como el miedo al fracaso, la falta de motivación, energía mental y física y la claridad para organizar un plan de acción, entre otras ya que la lista puede seguir y seguir. Lo bueno es que la fuente de todas estas razones es una: la rutina. Caer en el ciclo vicioso de trabajar, comer y dormir nos limita mentalmente mucho más de lo que nos agota físicamente. Solo vemos dentro de nuestra zona conocida y segura, donde nada extraordinario sucede… y ese es el problema. Permitimos romper este ciclo en ocasiones predeterminadas que también se convierten en rutinas! Esperamos toda la semana para el fin de semana, para salir a charlar, tomar y comer con amigos y familia. Trabajamos todo el año para poder sacar las vacaciones de fin de año que es cuando más imposible y caro es viajar… y así hacemos todo. El descanso es para los perezosos, los vagos, los débiles, los ricos, los mantenidos… el descanso es para todos. En dósis largas o cortas, de días o de minutos, el descanso consiste de tomar conciencia de tí y de nada más. Suena algo parecido a la meditación porque lo es. No insinúo que te pares de tu escritorio en la oficina para estirar un mat de yoga y sentarte a decir OM con los ojos cerrados… solo invito a que tomemos conciencia de lo que hacemos, así tengamos que realizar tareas rutinarias pues hacerlo con conciencia y visualizar como lo que hacemos ahora nos acerca a nuestra meta. Ese pequeño esfuerzo despierta la mente de su autopiloto forzado. Otros “esfuerzos” que les sugiero: ver el atardecer sin afán, disfrutar de todas las tonalidades que el sol comparte y hablar de pendejadas con quienes queremos y reír como si nos pagaran por hacerlo.
En todos estos momentos y más nuestra mente descansa y se recarga, también se permite soñar y visualizar lo que desea. Soñemos más, disfrutemos del ocio!